Columna de Opinión:
"¿Qué entendemos por Política?"
Por: María Teresa Urrutia, Vicepresidente FEUANDES
La política hoy en día es víctima de críticas destructivas por donde se mire. Pareciera ser una palabra que rayara en lo irrespetuoso y da la impresión de que todo aquél que detenta un cargo de dicha especie es necesariamente un corrupto. Cada vez pareciera borrarse más la noción de que el hombre es de por sí un animal político: la política se trata de la instancia que concentra y administra toda actividad de servicio público, es aquel quehacer que hace al hombre orientar su vida hacia el bien común.
Es fácil criticar aquello con lo que no nos sentimos identificados o vemos como lejano. No consideramos que la política no se refiere tan sólo a una búsqueda, detentación o administración del poder, sino que ésta se vive día a día. La política es una actividad dirigida al bien común, quien ejerce la política de manera virtuosa apunta a él y quien se retrae en lo que a sólo él concierne sería un egoísta, un vicioso sin noción de amor al prójimo, un indolente o un dejado. Si a alguien le molesta que lo mencione así le digo: al que le quepa el poncho que se lo ponga.
Para participar en la política no se necesita ser político. Entendemos por estos últimos a quienes tienen la potestad de ejercer el poder que la nación le ha entregado para un fin trascendente y que apunta al bien común de su comunidad. Sin embargo, sin detentar dichas características, todo ciudadano tiene el deber - cívico o, a lo menos moral - de participar en política ejerciendo su derecho a voto: se nos olvida constantemente que junto a los derechos vienen aparejado los deberes. El ciudadano es de por sí parte de la colectividad política.
Pocos tienen en cuenta un factor clave al momento de destruirla: la política es moldeable, esta es acomodable y no es rígida. No se le puede lapidar por el sólo hecho de que algunos intenten demostrar que es de por sí corrupta. Quien utiliza medios injustos para administrar el poder a través de la política, se corrompe a él mismo pero no transforma la política en sí en una actividad repudiable.
Despertemos la vocación de servicio público que por naturaleza tenemos. El miedo a participar en la política no puede frenarnos para alcanzar una vida plena. Dejemos atrás esa imagen de que la política se caracteriza por ser un conjunto de ladrones: la política somos todos los ciudadanos y somos todos quienes la ejercemos.

